jueves, 19 de marzo de 2009

Blasfemias

“El nombre incomunicable (de Dios), en adelante librado al menosprecio y al anatema, será silbado entre los hombres. Porque dios es necedad y cobardía, es hipocresía y falsedad, tiranía y miseria. Dios es mal. Mientras la humanidad se incline ante un altar, la humanidad esclava de reyes y de sacerdotes será reprobada; mientras un hombre, en nombre de Dios, reciba el juramento de otro hombre, la sociedad estará fundada en el perjurio; la paz y el amor no reinaran entre los mortales. ¡Oh, Dios, retírate! Pues, desde hoy, liberado de tú temor y con nueva sensatez, juro, extendiendo la mano hacia el cielo, que tu no eres más que el verdugo de mi razón, el espectro de conciencia”.
“Niego, pues, la supremacía de Dios sobre la humanidad, rechazo su gobierno providencial, cuya no existencia esta suficientemente establecida… por el martirio de nuestra especia; declino la jurisdicción del Ser Supremo sobre el hombre, le quito sus títulos de padre, de rey, de juez bueno, clemente, misericordioso, caritativo, remunerador y vengador. Todos estos atributos de los que se compone la idea de Providencia, no son nada más que la caricatura de la humanidad, irreconciliable con la autonomía de la civilización.
(Pierre-Joseph Proudhon, Contradicciones económicas, tomo I)

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